En mi mente creo que siempre existió Celestium. Claro, que al principio no tenía un nombre; era simplemente eso…un sueño. Pero un sueño basado en la realidad de que somos criaturas hechas a imagen y semejanza del Supremo Creador y con un alma o espíritu eterno y que por ende, transciende la fragilidad de esta vestidura humana llamada cuerpo.